Me preocupé tanto por complacer al que me estaba tocando, que olvidé cuales eran mis placeres.
A ver, solamente será algo rápido. Sin sentimientos, sin tanta explicación. Tomé un baño de quince minutos. Tres los ocupé para el cuerpo y los otros doce minutos se fueron en un lavado express. Uno nunca sabe si los roles puedan cambiar.
Me sequé el cabello y los vellos del pecho. La ropa interior me ajustaba el bulto y me levantaba el trasero. Según la aplicación, el chico se encontraba a trescientos metros de mí. Eso eran dos cuadras. La calle Matta con su enumeración indicaba que era el edificio gris de veinticuatro pisos y cuyo encuentro era en el penúltimo con la vista hacia la cordillera nevada. El chico era más bajo de lo que se veía en la foto de perfil sentado frente al espejo. Su entusiasmo me dejó con la mejilla en el aire y el saludo ignorado, pero eso no me importó porque es algo que siempre ocurre. Comenzamos a besarnos con desesperación y una vigorosa excitación que cada segundo aumentaba su intensidad. La ropa comenzó a desprenderse y el cuerpo empezó a calentarse. La electricidad del tacto eriza cada extremo del cuerpo y sus labios descendían hacia mi bulto. Los gemidos contenidos por mis propias manos indicaban que había sido buena idea haber salido tan tarde de casa por una follada. El chico disfrutó de un buen rato haciéndome sexo oral, babeándose hasta las manos sin dejar de masturbarme y masturbarse. Se acomodó subiéndose encima de mí y todo indicaba que estaba listo para ser penetrado, pero su rostro cambió y se volvió a acomodar bajo mis piernas y comenzar a frotar su miembro entre mis nalgas hasta que poco a poco empezó a penetrarme. Uno nunca sabe si los roles puedan cambiar, recordé. Tomé el control del acto y lo monté al ritmo de la cama chocando con la pared. No soportó el control del otro y me colocó a lo perrito. Me dio un nalgazo como castigo, pero no le tomé el peso y me volvió a cambiar de posición de patitas al hombro. Ahí fue cuando pregunté: ¿Te gusta? A lo que su rostro cambió y me respondió: ¿Por qué lo preguntas? ¿Tan inseguro te sientes? No discuto que me sorprendió su respuesta y eso me bajó el lívido en picada. Esperaba una respuesta excitante o algo más, pero no eso. Me quería ir y quise apresurar el acto preguntándole cuánto le faltaba para acabar. Sin más palabras terminamos el acto y nos despedimos.
Regresé a mi casa con sus preguntas dándome vueltas por la cabeza y si de verdad tenía una inseguridad con el placer que deseo sentir. Quizá fue un error hacer aquella pregunta o quizá no, pero eso no me impidió indagar por internet y comenzar a buscar algo que me ayudara a encontrar el orgasmo que un hombre ya no me daba. Hasta que di con un curioso ejemplar. Era un vibrador llamado “Chris”, de tres potentes motores que llamaron mi atención, pero más fue su curiosa punta encorvada y lo suave que se veía. Aunque la publicación diga que es para la zona del clítoris, no es excusa para no probar aquel producto que con su color turquesa logró captar mi atención. Hice la compra y pasaron los días a la espera de la entrega. No me junté con ningún hombre, ninguno me provocaba excitación. Todo era rutinario y siempre se repetía la misma historia. Llegó el día de la entrega y cuando abrí el paquete, la caja del vibrador estaba intacta y buenas condiciones. También se encontraba un lubricante que aproveché de comprar. Saqué el vibrador de su caja y su calidad de suavidad, peso ligero y comodidad al sostenerlo me trajo una seguridad que vino acompañada por una extrema curiosidad. Ya tenía a “Chris” en mis manos y estaba listo para probarlo, mi calentura ya no daba más. Coloqué un techno oscuro para encender el ambiente, estiré una toalla sobre la cama y aprovechando la oportunidad de mi primera vez, decidí grabarme para darle más morbosidad a mi juego. Previamente me había preparado en la ducha, así que, me había asegurado de no sufrir interrupciones, por más inevitable que a veces sea. La música rebotaba por las paredes y con el lubricante deslizándose pegajosamente entre mis dedos comencé a estimular mi zona anal con las piernas abiertas. Sutilmente introducía mi dedo y lo sacaba, lo metía y lo sacaba. Hasta que le sumé un segundo dedo, preparándome la zona anal para mi “Chris”. Me eché más lubricante y preparé el vibrador. En formas circulares comencé a estimular nuevamente la zona anal con la cabeza del juguete. Sintiendo la textura de silicona súper suave y que indiscutiblemente logró una reacción inmediata entre mis piernas. La punta comenzó a entrar y mis gemidos eran imposibles de callar. La rica suavidad del vibrador impedía que me detuviera, quería sentirlo más adentro y poco a poco lo empujaba hasta llegar a un punto en que mi cuerpo dijo: “basta, es momento de la segunda fase”. Encender el vibrador. Presioné el botón de encendido y al primer segundo de comenzar ya no lo podía detener. Que sensación más rica puede lograr una creación que vino de alguien que también buscaba satisfacción. Aquel momento me tenía atrapado en la excitación, junto a la música y algo de estimulación me tenían un éxtasis sexual que solamente yo podía provocar en mí. Necesitaba una conexión directa conmigo mismo para descubrir lo fascinante que es conocerte por completo. Más aún cuando le aumentas la intensidad a la vibración y la entrepierna ya no te da más. Estaba tan excitado con el juguete, que estaba consciente que podía acabar en cualquier momento. Llevaba días caliente a la espera de este momento. Así es como pasó. Luego de un par de minutos y aumentar a una tercera intensidad, logró llevarme al orgasmo y eyacular sobre la toalla hasta el suelo. Mis gemidos fueron de calidad y si no fuese por la música, cualquiera que hubiese pasado por afuera de mi ventana se hubiera detenido a escuchar e inclusive a observar. Tampoco me hubiese molestado. No es mala idea darle una oportunidad a un juguete.
Quedé agitado sobre la cama y satisfecho con mi primera vez. Ni siquiera recordé que estaba grabando ese momento y ahora muchos pagan por ver como lo disfruté. Los seguidores se estaban poniendo exigentes y querían ver más. Que experimentara el espectro sexual. Recibí muchas peticiones y por el momento solo una llamó mi atención. Quizá sea momento de buscarme un nombre y encontrar a un dueño. O que él me encuentre a mi cuando descubra detrás de este tranquilo ser, se encuentra un bello Puppy dispuesto a ser el mejor amigo de su amo. ¿Por qué tengo la necesidad de sentirme dominado?
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