Te has cuestionado en algún momento: ¿Qué es el placer? ¿Qué cosas me provocan placer? Cuando hablamos del placer, generalmente lo vinculamos al sexo convencional o penetrativo que se nos ha impuesto como sociedad, sin importar de dónde seas, cuál sea tu cultura, raza o idioma. Podría apostar que la gran mayoría hemos recibido una pésima educación sexual. Tanto así que venimos con una idea preconcebida de cómo deberíamos sentir y hacer las cosas, pasando por alto lo más importante: empezar por uno mismx.
Los estímulos que vamos recibiendo cuando crecemos marcan ideas y patrones de cómo se supone que debemos relacionarnos, como un libreto a seguir. Lo vemos en películas, series, libros, redes sociales, etc. Sin embargo, todo eso es ficticio, ya que el disfrute y placer en cada persona es diferente. Por ende, debemos encontrar cómo y dónde está nuestro propio placer sexual.
La palabra “placer” proviene de la etimología del latín “placere”, que significa gustar o agradar. Pero… ¿cómo vamos a saber qué es lo que nos gusta si no lo exploramos? ¿Por qué nadie me preparó para esto? 😮
Para darles una idea de por qué estamos tan desinformados en el descubrimiento, salud y educación sexual, voy a dejarles un pequeño dato histórico, y aunque crean que no debería afectar la historia en pleno siglo XXI, déjenme decirles que sí.
En el mismo año en que Albert Einstein publicó su revolucionaria teoría de la relatividad especial, Sigmund Freud lanzó su teoría en la que aborda el orgasmo femenino. La teoría del padre de la física moderna revolucionó nuestra comprensión del cosmos; la del padre del psicoanálisis desencadenó una tormenta.
En su obra “Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad”, publicada en 1905 y revisada varias veces hasta su edición final en 1925, decretó que el placer y el orgasmo femenino de una mujer madura y sana estaba centrado en la vagina. Era consciente de que muchas mujeres alcanzaban el clímax a través de un órgano pequeño pero ultrasensible conocido como clítoris. Sin embargo, le dio poca importancia por tener espasmos inmaduros.
En el siglo XIX, varios expertos (hombres) habían debatido el papel que el clítoris debería desempeñar en la sexualidad femenina, entre otras razones porque a muchos les preocupaba que su manipulación pudiera llevar a las mujeres a excesos como la masturbación compulsiva o la ninfomanía, o a rechazar las relaciones sexuales.
A partir de esa conclusión, podemos ver cómo en el libro de Anatomía de Grey de 1948 no aparece en ninguna parte nuestro querido amigo, el clítoris. Y es nuestra salvadora Hellen O’Connell quien, por primera vez en el año 2005, hizo un mapa completo de este órgano tan importante e incomprendido.
“Saber dónde está el clítoris te da conocimiento, saber dónde está tu propio clítoris te da poder”. Y apenas estamos comenzando…
Además de luchar con los mitos, con la sociedad y un sinfín de años de desinformación, tenemos que luchar contra nosotrxs mismxs para desaprender todo lo que nos enseñaron de pequeñxs.
Cuando eres niño, se espera que te masturbes, y esto se considera “normal”. Pero cuando eres niña, eso es visto como algo malo, impuro o vergonzoso. Si los niños muestran un poco de afecto, sensibilidad y empatía, se les molesta o amedrenta. De esta manera, llegamos a un mundo donde de pronto se nos pide ser mujeres y hombres empoderados, máquinas de orgasmos y buen sexo, emocionalmente responsables y abiertos de mente para poder decir con claridad qué queremos y qué no. ¿Te parece lógico?
Por mucho tiempo, a mujeres y hombres nos ha dominado un sentimiento transversal y generacional: la vergüenza. Vergüenza de cómo me veo, de cómo es mi cuerpo, hasta vergüenza por sentirme cómodx conmigo mismx. Debemos saber que finalmente, la vergüenza es solo una limitante que nos complica disfrutar del placer y de otras experiencias que podríamos probar, hasta de preguntas que podríamos hacer si no fuera por esto. Tan solo imaginen si nos pudiéramos sacudir de todo esto y hablar más sin tapujos.
Bueno, empiezo yo. Personalmente, aquí les va una anécdota cuando era pequeña. Era mucho de jugar juegos más físicos, me gustaba correr y jugar a que era un personaje de los que veía en televisión. Una vez jugué a ser una bruja que andaba en su escoba, y mis padres me regañaron por llevar la escoba entre las piernas. “Sácatelo de ahí”, me dijeron, y desde entonces nunca más jugué así. Luego recuerdo mi adolescencia llena de miedos e inseguridades, sobre todo de culpa por sentir excitación. No entendía por qué mi cuerpo reaccionaba de ciertas maneras. ¿Por qué siento calor? ¿Qué es ese hormigueo? ¿Está bien como lo estoy haciendo? Y mil dudas más. Debo admitir que no fue hasta después de los 20, cuando estuve con una pareja más experimentada, que RECONOCÍ lo que era mi clítoris y el orgasmo desde él… ¡Me explotó la cabeza! Y otras cosas.
Y tú, ¿a qué edad descubriste tu clítoris o te diste cuenta de que tenías órganos que al frotar provocan placer? ¡Te leo!
Sigamos buscando respuestas juntos y en el próximo post. ¿Has oído alguna vez del poder de la mente en la sexualidad o de la brecha orgásmica? Bueno, te invito a seguir con nosotros en este camino tan interesante.
0 Comments for “El placer a través de ti: Descubriendo nuestra propia sexualidad”