Quise pasar el año nuevo con mi madre, padre y hermano mayor con su esposa. Cruzando las doce de la noche me reencontré con un vecino de la infancia que me invitó a beber a su casa. Pasando las horas tocamos varios temas, uno de ellos demasiado íntimo y que se desbordó como un río acumulado por las lluvias, pero todo se fue a la mierda cuando tocaron la puerta de su casa y sorprenderme al escuchar la voz de mi hermano queriendo entrar. Empeoró cuando me vio escondido en la cocina.
—¿Andrés?
Antes de que entrara y dijera mi nombre me cubrí la cara y tapé mis oídos. Fue como escucharlo debajo del agua a punto de que mis pulmones reventaran por ahogarme en mi propio pozo. Lo miré con mucho temor. Creyendo que me iba a agarrar del cabello y me llevaría arrastrando hasta la casa. Muchos recuerdos de la infancia se me cruzaron por la cabeza.
—Eras tú… —bajó su voz molesta.
—¿Yo? Pero…
Con suerte me dejó terminar cuando ya se había ido de la cocina. Salí tras de él y Raúl lo detuvo con toda la furia encima.
—Antes de que hagas un espectáculo, como todas las veces, piensa en los niños que están arriba —señaló la escalera— Esta vez no te voy a aguantar que me faltes el respeto.
Miguel, mi hermano, lo miró de pies a cabeza.
—¿Y tú piensas en ellos cuando te tengo montado sobre mí? No me vengas a hablar de respeto cuando ni tú se los das.
—Soy un padre soltero que no le tiene que dar explicaciones a nadie. Menos a ti que tienes a una esposa allá afuera.
—No está. Salió con sus amigas. Por eso estoy acá, pero… —volteó a mirarme— al parecer fue un error saber la verdad.
—Te dije que no vinieras. Es mejor que te retires —Raúl se acercó a la puerta y Miguel se sentó en el brazo del sillón.
—No me moveré de aquí hasta saber la verdad de los dos. Además, es Año Nuevo y no la pasaré solo en esa habitación.
—¿Y tu esposa? —Raúl cruzó sus brazos.
—Ya te dije que salió con amigas.
—Sí, pero te hubieses quedado con ella si no querías estar solo, ¿no crees?
—Es mejor que nos calmemos primero y después conversamos las cosas —sugerí.
—Iré a la cocina por algo de beber —Raúl carraspeó su garganta y entró a la cocina.
Me senté en una silla a un lado de mi hermano. No quería demostrarle vulnerabilidad ante tan fuerte encuentro. Ya no teníamos la edad de callar las cosas. Él quiere escuchar la verdad. Tendrá su verdad.
—Antes de que digas algo —se acomodó en el sillón— no estoy enojado contigo. Al fin y al cabo, es tu vida y haces lo que quieras con ella. Solamente me sorprende que sea con él con quien deseas compartirla.
—Te estás yendo muy en la profunda con el tema sin antes saber algo que sea, pero sí estoy de acuerdo en una cosa. Es mi vida y yo sabré con quien la comparto.
—¿Crees que no me daba cuenta cómo lo mirabas desde que éramos chicos? Eres mi hermano y te conozco más que nuestros padres. La depresión que tuviste cuando se fue de casa no pasó desapercibida. Suerte de que mi madre no se dio cuenta y pensó que la causa de todo fue porque se fue un simple amigo.
—¿Sabes algo? —como que me colapsé— Estamos hablando mucho de mí y aquí yo no soy el que está haciendo el drama —me apoyé en mis rodillas con los codos y coloqué mis manos en mi barbilla— Ahora dime, ¿desde cuándo que estás engañando a tu esposa con Raúl? Y no me esquives la pregunta cómo es de costumbre.
Se mantuvo en silencio por unos segundos y cuando estaba decidido en hablar, Raúl sale de la cocina con tres vasos de whisky a las rocas.
—Aquí tienen.
No esperó ni un segundo y mi hermano se bebió la mitad del vaso. Sacudió su cabeza aguantando el ardor del alcohol bajando por su garganta. Raúl me miraba de reojo con pena y sintiéndose culpable por la situación.
—¿Y bien? —bebí— Te escucho.
—¿Qué vas a decir? —preguntó Raúl atorándose con el trago.
—Desde cuando empezamos a jugar y para que lo sepas, fue mucho antes de conocer a la Carola. Mucho antes de que ambos se fueran de la casa. Mientras ustedes se escondían juntos cuando jugábamos al escondite, ya sabía lo que estaban haciendo porque ambos lo hacíamos primero —señaló a Raúl y a sí mismo —¿o me vas a decir que no te acuerdas?
—Claro que me acuerdo —Raúl mantenía el vaso girando entre sus dedos.
—¿Y porque empezaste a aprovecharte de mi hermano? —Miguel se bebió el vaso completo y lo dejó en la pequeña mesa de centro.
—¡Oye! No manipules la situación porque no fue así —Raúl también dejó el vaso.
—Lo hiciste por despecho.
—¿Qué dices?
—Me puse a pololear con una chica y eso te molestó. Lo notaba en tu cara. Tu odio hacia ella, ¿o también vas a olvidar cuando te dije que no podíamos seguir jugando entre nosotros y amenazaste con decir toda la verdad? Eso lo haría solamente un despechado.
No podía negar que estaba completamente sorprendido con todo lo que estaba oyendo. Incluso pienso que “sorprendido” es una palabra muy chica para todo. Con suerte me salían las palabras.
—No sabes nada de lo que yo sentía en ese entonces —Raúl empuñó su mano.
—Se te notaba.
—No niego que me gustaste por mucho tiempo, pero Andrés tenía todo lo que a ti te faltaba y eso me hizo acercarme más a él —esta vez yo fui el que se atoró con el alcohol— Intenté conquistarte, pero no fue suficiente para lograrlo. Después comenzaste a gustarme —me miró a los ojos— y de ahí no pude salirme hasta que me fui de aquí. Contigo la pasaba bien, pero con el Andrés era increíble. Teníamos una mejor relación. Solito te empezaste a alejar y ahora, casi diez años después, ¿me cobras sentimientos? —mi hermano no creía lo que escuchaba— Te acepté tener estas aventuras porque querías abrirte a más oportunidades y todo lo demás, pero ahora saber que tienes una esposa y me sigues haciendo estos shows baratos… Eres un cara de raja, ¿lo sabes? —Raúl suspiró encorvando la espalda— Iré por más trago, es más, mejor traeré la botella. A la mierda estarse parando a cada rato.
Se fue a la cocina y se quedó un par de minutos adentro, posiblemente a contar hasta diez y no explotar en el momento. Miguel me observaba con muchas dudas, moviendo su pie sin parar y mordiéndose las uñas. De un momento a otro soltó esa tensión y se dejó caer en el sillón. Miró hacia un lado y asintiendo sutilmente, sonrió levantando un solo extremo del labio. Raúl regresó con dos botellas de whisky dispuesto a beber hasta olvidar.
—¿Saben qué? —hablaba Miguel llenándose el vaso— Olvidemos todo esto. Todo lo que ocurra esta noche queda entre los tres. Nada debe salir de aquí.
—¿A qué te refieres con “todo lo que ocurra”? —pregunté esperando a que me entregara la botella.
—Ya que estamos confesando las verdades, quiero ver como los dos se besan. Confieso que siempre lo quise ver —Miguel levantó su brazo izquierdo y lo apoyó en el respaldo del sillón, bebiendo un buen sorbo del vaso.
—¿Crees que estamos para complacerte? — Raúl blanqueó los ojos.
—¡Vamos! Es Año Nuevo. Tomémoslo como un nuevo inicio de amistad entre los tres. Además, de seguro no estaban en eso antes de que llegara.
—Miguel… —Tuve intenciones de hablar.
—Es cosa de ver como tienes desabrochado el pantalón, el pelo despeinado, el borde de tus labios rojos y una zapatilla mal puesta. Claramente te estuviste vistiendo en la cocina… tal cual como yo lo hacía.
—Miguel, escucha… —Raúl lo miró a los ojos apoyándose en sus rodillas.
—¡Tú escúchame a mí! —Miguel se apoyó igual que él— Rompiste el acuerdo y, a pesar de todo, quiero seguir manteniéndolo.
—Ya te dije que…
—¿Cuál acuerdo? —Pregunté intrigado mientras me servía otro vaso.
—Nada importante. —Respondió Raúl moviendo su mano.
—¿Nada importante? Buena… —Miguel asentía sorprendido con su respuesta.
—Basta, Miguel. Ya somos grandes para sorprendernos así. —Raúl blanqueó de nuevo los ojos.
—Entonces, disfrutemos esta noche como adultos que somos —se presionó el bulto y se acomodó en el sillón—, digo yo. Sabremos afrontar esto sin problemas, ¿no?
Por un lado, no dejaba de pensar en el problema que me metí sin saber el desenlace que tendría, pero por otro punto, no dejaba de pensar en que no era mi problema lo que mi hermano estaba haciendo con su vida. Así tal cual como él lo dice, ya estamos bien grandes y cada cual sabe lo que hace. La noche familiar que se convirtió en un dueto y terminó en un trío.
—¿Enserio? ¿Vas a seguir? —Raúl dejó el vaso en la mesa.
—Yo sí quiero. —Respondí a secas y dejando la sala en completo silencio. Raúl soltó el vaso, mirándome sorprendido. Miguel sonrió.
—Pero, Andrés… —Raúl quedó boquiabierto.
—Escucharlos me dio a entender que me da igual lo que yo haga esta noche. Seguiré siendo el mismo con mis propósitos y divirtiéndome como corresponde. Contigo sentí algo genial, pero no quiero involucrarme más allá de lo que ya estoy. Y eso que no sabía nada de lo que pasaba entre ustedes. A ti, Miguel… no te diré nada porque ya sabrás como solucionar tu vida. Ahora, es Año Nuevo y nos vamos a olvidar de los problemas, aunque sea por una noche.
—¿Y qué propones? —Miguel levantó una ceja y bebió con una sutil sonrisa.
Volteé a mirar a Raúl y bajé los ojos a su entrepierna.
—Continuemos en lo que estábamos. Si él quiere mirar, que mire. Después veremos si se quiere unir. —Me acerqué apoyando mi mano sobre su pierna.
—Pero…
—¿Qué? —Miguel lo interrumpió. —¿No te gusta la idea de que dos hermanos quieran jugar contigo? —comenzó a masajearme el bulto— No sé… podría ser una buena idea cumplir una fantasía que muchos anhelan.
Y tenía razón. Los tres estábamos agitados y altamente excitados. Notaba la respiración de Raúl y de la forma nerviosa en que tragaba saliva. Su bulto palpitaba al igual que el mío. Mi hermano se desabrochaba el botón para convencerlo. Se bajó los pantalones unos centímetros, dejando a la vista su calzoncillo blanco con agujeros bien equipado hacia la pierna izquierda. Apoyé mi mano sobre el bulto de Raúl teniendo toda su atención. Dejó fluir un suspiro enloquecedor que lo derritió en el sillón, dándome el paso a desabrocharle el botón y quitarle los pantalones.
—Eso. —Miguel bebía masturbándose sobre su calzoncillo.
Tomé el aroma de su miembro y me acerqué a su rostro. Lo tomé de sus mejillas y terminé por apoyar mi mano en su pecho. Quería decirle mil cosas, pero no me salía ni una sola palabra. Preferí bajar la mano sobre su pico y besarlo con tanta desesperación, acompañado por un frote que lo erizaba en todo momento y dejándolo más duro de lo que estaba. Mi hermano sacó su pene y mostró sus diecinueve centímetros rasurados y sus testículos colgando con esa suavidad que provoca una sed inmediata.
—Chúpasela. —Mi hermano creía tener el control, pero solo le di en el gusto por unos minutos.
Descendí besándole el pecho. Raúl se retorcía cuando pasaba por sus costillas y llegaba al abdomen. Tomé su ropa interior y la lancé sobre la mesa de centro. Agarré su pene en su máxima erección. Deslizando el tejido para humedecerle la cabeza. Pasé la punta de mi lengua por su glande cubierto por precum. Lamí todo su alrededor, provocándole un rico gemido satisfactorio. Así mismo lo quería tener. Miguel escupía en la palma de su mano y masajeaba su glande en círculos, asomándose entre los dedos, deslizándose todo el prepucio hasta atrás y gimiendo con cautela. Metí a mi boca todo el pene de Raúl y regresamos a lo que estábamos haciendo. Inmediatamente me sujetó de la cabeza y tomó el control de la mamada. Poco a poco aumentaba su follaba oral, dejando que mi saliva cayera al suelo y las arcadas intentando de que no me salieran. Aunque no me importaba. Me derretía ver como mi nariz chocaba con su vello púbico y mi hermano cambiándose a un lado de Raúl observando cómo me atragantaba con el pico del vecino. Él no paraba de masturbarse. Raúl lo miraba con demasiada calentura. Comenzaron a besarse con lengua. Raúl seguía empujándome con su mano hasta que me detuvo. Me miró a los ojos y me corrió de su bulto babeado. Tomó la nuca de mi hermano y lo acercó a su entrepierna ardiente. Miguel agarró el tronco y comenzó a mamarlo. Eso me endureció por completo. Raúl me hace un gesto y me indica el pico de mi hermano. Me acerqué y detuve su masturbación. Tomé su mano y la coloqué en mi nuca mientras me introducía su pico a mi boca. Por primera vez estaba chupándole el pico a mi hermano mayor. Algo insólito, pero excitante. Su olor corporal era similar al mío, pero más fuerte y más me excitaba. Me empujó fuerte hasta el fondo y me atragantó hasta toser. Raúl le hizo lo mismo y tosió hasta llorar. Miguel se sacó el pico de la boca y tomó aire. Raúl lo tomó de su barbilla y levantó su mirada.
—¿Esto era lo que querías? —decía Raúl sonriéndole.
—Esto es lo que tú querías —Miguel le regresó una sonrisa más convencedora —¿Qué te gustaría que hiciéramos?
Raúl presionó más fuerte la mejilla de Miguel.
—Sigue chupándomela y ábrete el culo para que pasen la lengua. —Me miró terminando su deseo.
Miguel siguió mamándole el pico a Raúl acomodándose en el sillón y quedando con el culo parado en mi cara. Su propia mano me empujó a su ano, apretado y con vellos que se abrían hacia sus piernas. Estuvimos chupándonos los cuerpos por un largo rato. Cambiando de lugar y probando otras zonas más ardientes. Esta vez yo estaba sentado en la esquina del sillón, mi hermano chupándomela y Raúl colocándose el condón. Se lubricó el pene y el culo de Miguel. La penetración le dolió los primeros centímetros, pero después de haberle comido el culo tantos minutos, le ayudó mucho a disfrutar de una rica follada. Raúl me miraba cada vez que empujaba. Miguel me miraba a mi con la boca abierta y mi pene en su garganta. Los tres viejos amigos, ebrios y en pelota en la noche de Año Nuevo. El celular de mi hermano empezó a sonar con el nombre de su esposa. Detuvo todo, pero Raúl no permitió que contestara la llamada. Raúl lo tomó de la cintura y subió a Miguel sobre sus piernas, tomando el lugar como un trono. Miguel le daba la espalda mientras seguía saltando sobre Raúl. Las gotas de sudor caían por sus cuerpos y el celular volvía a sonar.
—Tengo que contestar.
—No lo harás.
Raúl le daba con fuerzas y yo me acerqué al pico de mi hermano para masturbarlo al mismo ritmo que le estaban dando. También lo chupaba con gusto para complacerlo en todo. Raúl le estaba dando con más ganas porque estaba a punto de eyacular. Miguel se quejaba muy rico. Me gustaba escuchar a mi hermano disfrutar tanto de la follada. A veces me pongo a pensar que esa noche reforzamos la amistad entre los tres o no sé como llamarlo, pero de que pasó, pasó. Ninguno podía negar que lo disfrutó y mucho menos quejarse por algo negativo si al final nos dimos cuenta de que los problemas estarán presente hasta que logres encontrar el origen de aquello. Desde cero.
Después de haber recibido cinco llamadas perdidas de su esposa, Miguel dejó de estar pendiente del celular y recibí su espermio en mi rostro y tragándomelo hasta la última gota. Raúl se fue y llenó el condón dentro de su culo. Mi leche cayó al suelo. Todos caímos rendidos al sillón. Mojados y pegoteados porque en un momento nos dimos whisky desde las bocas y se nos cayó encima. Pudimos haber seguido hasta el amanecer, tampoco quedaba mucho, pero Miguel estaba decidido en regresar el llamado.
—No lo hagas. Sabrá que le estás mintiendo —Raúl colocó su mano sobre el celular— Deja que amanezca y le dices que te quedaste dormido en mi sillón. Si también sabe que tu hermano está aquí, no tiene nada de que sospechar.
—Okey, te haré caso, ¿cómo estás tú? —Miguel volteó a mirarme.
—Solamente diré que estuvo muy rico. —Limpiaba mi rostro con el moco de mi hermano.
—Iré al baño. —Raúl se levantó del sillón.
Con Miguel nos quedamos en silencio, desnudos y exhaustos.
—Espero que no te arrepientas. —Miguel llenaba el vaso con whisky.
—Por mi parte, todo está bien. No te tienes que preocuparte por mí porque no me meteré en tu vida —tragué saliva—, ¿piensas contarle en algún momento a la Caro? No me refiero a esto —señalé la sala—, me refiero a que no podrás ocultarte todo el tiempo.
—No lo sé. No quiero hablar de eso. Por ahora solo me quedo con las experiencias y seguir oculto hasta que me sienta seguro de contar la verdad.
—Bueno. Será nuestro secreto.
—Al igual que este. —Sonrió bebiendo whisky.
Raúl salió del baño y se sentó al medio de los dos. Nos palmeó las piernas y empezamos a besarnos nuevamente los tres. Chocando lenguas e intercambiando salivas. Terminando con un beso energético entre mi hermano y yo. Raúl nos miraba con demasiada calentura. Le di una última chupada a su pico con olor a látex y con gotitas de orina. Le dio escalofrío y se retorció en el sillón.
—Oigan… —Raúl nos detuvo con más seriedad— no quiero que ustedes se alejen por temas que ya son del pasado. Hoy somos otros y no merecemos darnos esos malos momentos que solo nos hunden en un agujero sin fondo. Hoy se descontroló todo, y no me arrepiento de nada, pero aprendamos a comunicarnos más entre los que quieres tener cerca y yo los quiero tener a ustedes. No lo vean por el lado sentimental. Solamente quiero seguir siendo parte de sus vidas. Tuve a mis hijos y la mayoría de mis amigos se alejaron porque ya no salía a fiestas y mi vida se había limitado. ¡Ay! No quiero que me baje lo nostálgico ahora ni tampoco sé porque les digo esto. Solo quiero que lo sepan.
—Feliz en seguir en contacto. —Acepté su propuesta.
—También yo. Que sea un nuevo año para nosotros. —Miguel levantó su vaso.
—Por un año mejor. —Continué acercando el vaso.
—Será nuestro año. —Raúl se unió al brindis.
Chocamos los vasos y nos bebimos la botella. Ya mareados y con poco equilibrio al caminar, decidimos irnos a dormir y Raúl nos ofreció una cama extra que tenía en el segundo piso. La última vez que dormí con mi hermano fue cuando cumplí dieciséis y me cambié a mi propia pieza. No podía quitarme el olor de su bulto y tampoco quería que se fuera su aroma. Así me fui desvaneciendo en la oscuridad de la mente y comenzar a divagar por los sueños y caminos que el universo te regala al no estar consciente.
Miguel siguió su vida un par de meses hasta que tuvo el valor de quitarse esa máscara y contarle la verdad a su esposa. Ignorando algunos detalles, pero logró soltarse. Obviamente no fue agradable la noticia para ella y se tomaron un tiempo para distanciarse y entender todo lo que estaba pasando. Al final, lograron tener una larga conversación y quedar como buenos amigos, que al parecer se llevaban mejor así que como pareja. Miguel se liberó por completo y cambió toda su vida. Me alegró mucho saber que pudo salir de ese agujero.
Raúl decidió quedarse con la casa de su madre y remodelarla por completo. Eliminó todas las cosas viejas que mantenían la casa cargada con emociones del pasado y que solo ayudaban a recordar momentos bajos de su vida. Decía que no quería tener una pareja porque cada vez que tenía una cita con un chico, estos no les hablaban más porque tenía a dos hijos cuidando en casa. Sabía que eso lo limitaría, pero tampoco se echaba a morir, ya que el amor que necesita tener, ya lo tenía recorriendo por sus venas.
Bueno, yo regresé a mi departamento y a continuar con mi trabajo. Mantenía el contacto con los chicos y de vez en cuando nos juntábamos en un bar a conversar sobre nosotros. No niego que, de vez en cuando, con mi hermano nos comemos a escondidas solo para sentir la adrenalina del momento. Estamos conscientes de lo que hacemos y no nos interesa dar explicaciones a nadie. Nosotros somos felices disfrutando de todo. Este nuevo año es para vivir experiencias que nunca pude hacer y que siempre quise probar. Basta de limitarme por prejuicios o comentarios que solo se dedican a cagarte la cabeza, pero no será el caso. Seamos felices y vivamos la vida que queremos. Cuesta un montón y lograr equilibrarse es un trabajo pesado, pero no imposible. Un paso al día y estarás más cerca de la cima, pero no para un final, sino para descubrir que detrás de esa montaña se viene un valle lleno de ellas y listas para subir.
Vive. Experimenta. Disfruta. Sonríe. Ámate. Ama. Perdona. Avanza.
Te deseo un muy feliz 2024. Feliz Año Nuevo.
Me encantó este encuentro entre Andrés, Miguel y Raúl. La narración del trio me puso super caliente, se me paró, empecé a tocarme y tuve que aguantarme para no eyacular y seguir leyendo. Hay muchas partes y frases hermosas, me encantó “Así me fui desvaneciendo en la oscuridad de la mente…”. Escribes muy bonito 😻🔥✨